Érase una vez un reino muy, muy lejano
donde el rey y la reina fueron bendecidos con una preciosa niña, a lo largo y
ancho del reino todo era felicidad en el país, pero un día a la caída del sol vieron
que habían sido maldecidos con un espantoso hechizo que siguió surgiendo efecto
cada noche, los reyes desesperados pidieron ayuda a un hada madrina que los
aconsejo encerrar a la princesa en una torre donde esperaría el beso del
Príncipe Encantador. El príncipe emprendería un peligroso viaje por el
devastador frío y el ardiente desierto, cabalgando día y noche arriesgando su
vida para llegar a la fortaleza del dragón, y un beso rompería el siniestro
hechizo, él solo subiría a lo más alto de la más alta torre, para ir al cuarto
de la princesa, se acercaría a su silueta dormida, descorrería las cortinas y
se inclinaría para besarla. Pueden imaginarse el resto del cuento, bueno, de
este y de otros que en la infancia y no tan infancia nos contaron. Y la pregunta
sería... ¿ Hay una princesa frágil y delicada en cada mujer que esta esperando
que la salven de su hechizo, llámese aburrimiento, baja autoestima, soledad,
prestamos hipotecarios...?
Todos, incluido ellos, tenemos un ideal
amoroso, dándole forma a partir de nuestras necesidades y aplicando ese ideal
sobre el príncipe azul o Dulcinea de nuestro cuento particular, y lo será hasta
que las gotas de agua de las primeras tormentas empiecen a desteñir el traje
azul de él y se corra el maquillaje de ella, en ese momento es cuando iremos
descendiendo de la nube de la ilusión, para darnos cuenta de quien son de
veras, cómo nos llevamos con esos “seres reales”.
Cuando uno se enamora de alguien o Cupido,
ese angelito gordito que lleva ese arco y que esta cargado de las flechas del
amorrrrrrrrrr, hacen diana en ti, crees ver alguno o algunos de los atributos
de tu hombre o mujer ideal, ese príncipe o princesa que has soñado siempre, y
lo que le falte, tu los completas con tu imaginación, con tu deseo y tu voluntad
de haber encontrado a tu “media naranja”.
A lo largo de la historia nos han hecho
creer que para ser feliz necesitas ese complemento en tu vida que es tu media
naranja, pero que pasa cuando esa media naranja no era esa media fruta jugosa y
dulce y te sale con moho y amarga, dejaras de ser un entero, para ser 0,50;
¿Cómo lo evitas?¿Le sometes ...te sometes...? Estas alternativas le llevarían a
un paso de la dependencia.
Afortunadamente las cosas están cambiando,
no estamos para que nos salven ningún príncipe ni princesa, hay que aprender a
ser feliz con lo que somos y tomar las riendas de nuestra vida y si alguien se
sube al carro, estupendo pero a lo largo del camino habrá mas de uno haciendo
auto-stop y depende de nosotros si queremos llevarlo de copiloto; y ahí esta la
clave de quien subimos a nuestro carro... recordais el articulo “un estuche muy
personal” y como de manera inconsciente y muy rápida hacemos una “formación de
impresiones”, pensemos que si somos de los que solemos elegir mal a nuestras parejas,
tendremos que hacer una lista de las características que tienen en común
nuestr@-ex y puede que ahí tengamos las carencias que tenemos y buscamos.
Según los antropólogos, una cultura
consiste en los modos socialmente adquiridos de pensar, sentir y actuar de los
miembros de una sociedad concreta y... ¡Os lanzo una cuestión! ¿Por qué una
población humana particular, posee un conjunto de valores, creencias y patrones
estéticos mientras que otras poseen otros diferentes? , ¿Por qué en algunas
culturas son tan distintas a las nuestras en cuestión de búsqueda de la media
naranja? , ¿ Por qué en algunas no existen medias, sino gajos? Este seria el
caso de la poliginia, el caso del matrimonio constituido por un hombre y varias
mujeres y se da entre los musulmanes y los pueblos indígenas americanos, y la
poliandria que es el matrimonio entre una mujer y varios hombres que se
practica en el Tibet, ¿Qué pensaran estas mujeres de los príncipes azules? Y en
el caso de los matrimonios pactados como el caso de la India, en la que en
ocasiones los novios no se conocen hasta el día de la boda..., y poniendo
distancia en el tiempo... que cualidades tenia un príncipe azul en la época de
nuestras abuelas.
Y volviendo al cuento... cuando el
príncipe descorre las cortinas, no encontraría a la princesa, que se canso de
esperar a su caballero andante, pensó que era ella la que se tenia que salvar,
se levanto, investigo en el google métodos para quitarse el hechizo, pacto con
el dragón para que la dejaría salir, busco trabajo, se hizo un seguro de
pensiones y un novio por Internet que alternaba con el vecino de arriba.
Y colorin, colorado este cuento ha
terminado.
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