"No dejamos de jugar porque envejecemos,
sino que envejecemos porque dejamos de jugar"
Anónimo
Uno de los factores que más inciden en el
estrés negativo ( existe el estrés positivo del que escribiré en otro articulo)
es la falta de tiempo libre o “recreo” para poder dedicarlo a nosotros mismos,
estamos en una sociedad de “humanos hacedores” y demasiado poco humanos,
tenemos una agenda tan llena, que incluso, no nos da de si la pagina y tenemos
que escribir en los márgenes; eso mantenido en el tiempo nos crea una
frustración que desemboca en una mala leche, ataques de ansiedad y depresión,
no dejando paso al optimismo, el humor y mucho menos a la risa; pensemos por un
momento que cuando nosotros no estemos en este mundo, la agenda se seguirá
llenando y otra persona la seguirá cumpliendo, y como diría mi admirada
Mafalda..."lo primero que hay que hacer es lo importante y no lo urgente". Pensémoslo
seriamente un momento, sabían que hay un insecto asiático de cuyo nombre no
puedo acordarme y que solo vive 59 segundos, démonos un poco mas de
tiempo...unas 12 horas, si solo tuviese de vida 12 horas a qué dedicaría ese
tiempo, que cantidad de cosas urgentes dejaría, por hacer las cosas realmente
importantes.
Tengo la gran suerte de pasar muy
frecuentemente por mi antiguo patio de guardería de infancia, y vienen a mi
cabeza momentos difusos pero muy divertidos. Comparemos el mundo a una
guardería con un patio de recreo, sabían que lo fundamental para desenvolvernos
en la vida lo aprendemos desde pequeñitos, entre el aula y el recreo con ese
montón de arena que teníamos algunos (afortunadamente fue mi caso), no se crean
que se aprende a ser ciudadano y feliz con los conocimientos de estudios
superiores, sino en el montoncito de arena de la guardería aprendemos a:
- Que no hay que pegarse.
- Ordenar las cosas y dejarlas donde
estaban.
- No coger lo de otros niños.- El
compartir todo, el cubo y la pala.
- El juego limpio.
- Tirar de la cadena
- Lavarme las manos antes de comer.
- Pedir perdón cuando hago algo malo.
- Aprender todos los días algo, pensar
algo, dibujar, pintar, cantar, bailar, y a trabajar cada día.
- Hacer siesta después de comer.
- A vigilar el tráfico, y a cogerme de la
mano.
- Pedir ayuda cuando no llego a los sitios
altos.
- Estar atento a los prodigios
(asombrarnos), como cuando plantamos un trozo de piel de patata en un tiesto y
al tiempo salen varias patatas.
¿Qué has aprendido hoy tú y tu niño
interior?
Anabel
G. Laserna (Psicóloga Accu-Álava)
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